Este verano, Puerto Rico no solo se escucha, se vive. La isla caribeña despliega un programa vibrante con más de 30 conciertos hasta el 14 de septiembre en El Choli, epicentro del espectáculo en San Juan. Un viaje a Puerto Rico entre julio y septiembre significa sumergirse en una experiencia donde la música de primer nivel se mezcla con playas, cultura, aventura y una gastronomía que deja huella.
Una isla que suena a reggaetón, salsa y mar
Puerto Rico ha exportado su música al mundo, pero en casa es donde se siente más auténtica. En San Juan, los viajeros pueden seguir el rastro de la salsa, la plena y el reggaetón en visitas guiadas, clases de baile, y noches con música en vivo en barrios como el Viejo San Juan o Santurce. Desde una mañana entre montañas hasta una puesta de sol con conciertos frente al mar, la jornada termina con energía en el Coliseo José Miguel Agrelot o el Coca-Cola Music Hall.
La propuesta musical se complementa con planes que conectan ritmo y raíces. Un brunch en plena selva tropical cerca de El Yunque puede dar paso a un taller de bomba o plena en Loíza, dos estilos con profundas raíces africanas y españolas. El broche final: cena con vistas en una azotea, copa en mano y música local en directo.
San Juan también se saborea
La escena gastronómica de la capital se descubre plato a plato. En el restaurante Lala, alta cocina con alma caribeña y toques internacionales se sirve en un entorno elegante y relajado. El tour gastronómico Flavors Food Tour en el Viejo San Juan ofrece cinco paradas deliciosas donde no falta el emblemático mofongo.
Cuando cae la noche, Condado y Santurce cobran vida con bares y discotecas para todos los gustos. La Factoría, galardonada a nivel internacional, sorprende con seis ambientes distintos, desde la salsa hasta el jazz. Y para quienes buscan coctelería con personalidad, Identidad Cocktail Bar, reciente ganador del premio James Beard al “Mejor Bar Nuevo”, se ha convertido en parada obligada.
Naturaleza para respirar y reconectar
Más allá de la ciudad, Puerto Rico guarda joyas naturales que completan el viaje. El Yunque, la única selva tropical de EE. UU., es un espectáculo de verdes y sonidos que invita a desconectar. Y a solo un corto trayecto en ferry, la isla de Culebra guarda uno de los tesoros del Caribe: la playa Flamenco, famosa por sus aguas turquesas y arenas blancas casi irreales.
Vieques, la escapada dentro de la escapada
Frente a la costa este, Vieques es ese rincón que parece haber detenido el tiempo. Playas solitarias como Sun Bay o la exótica Playa Negra, con su arena de origen volcánico, crean un entorno perfecto para la calma. La gastronomía local brilla en restaurantes como El Quenepo o el más informal pero vibrante Coqui Fire Café. Y para dormir, Hix Island House ofrece diseño ecológico, energía solar y conexión con la naturaleza sin renunciar a la comodidad.
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