Quien piense que las Seychelles son solo para lunas de miel se está perdiendo una parte preciosa del archipiélago. Estas islas del Índico, famosas por sus playas de postal y su vegetación exuberante, se han convertido en un destino perfecto también para viajar con niños. Y no solo por el clima y el entorno: alojamientos familiares, actividades al aire libre y experiencias auténticas hacen que las vacaciones aquí se vivan con los pies descalzos y la cabeza llena de descubrimientos.
En el corazón de esta propuesta están los hoteles de la Seychelles Authentic Hotels Collection, una selección de alojamientos con alma local, dirigidos por familias seychellenses o emprendedores del país. Lugares pensados para quienes buscan algo más que un resort: cercanía, trato personalizado, espacios seguros y ese equilibrio entre comodidad y aventura que tanto agradecen los que viajan en familia.
Mahé: playa, bosque y tortugas gigantes
En Mahé, la isla principal, los planes son variados y adaptables. Las playas de Beau Vallon, Anse Royale o Port Launay tienen aguas tranquilas, sin corrientes, perfectas para los más pequeños. Y en tierra firme, una caminata por el sendero Copolia (una hora ida) ofrece vistas espectaculares sin ser demasiado exigente.
Para quienes viajan con niños curiosos, el Jardín Botánico de Victoria es una parada divertida: más de 280 especies de plantas, murciélagos frugívoros volando entre ramas y la posibilidad de alimentar tortugas gigantes.
El alojamiento ideal aquí es Carana Beach, situado en el norte de la isla. Pequeño, acogedor y con una cala protegida, ofrece la tranquilidad que buscan muchas familias.
Silhouette: una isla salvaje para pequeños exploradores
A solo unos minutos en barco desde Mahé, Silhouette es una joya montañosa y casi deshabitada. El simple trayecto en lancha ya es una aventura. Una vez allí, las familias pueden explorar senderos en plena naturaleza, practicar snorkel o participar en talleres de biodiversidad guiados por biólogos residentes.
Hoteles como La Belle Tortue organizan paseos en kayak, salidas de pesca tradicional o excursiones para observar tortugas y peces de colores. Todo en un entorno donde el estrés queda lejos y el aprendizaje ocurre de forma natural.
Praslin: naturaleza en estado puro
La Vallée de Mai, Patrimonio Mundial por la UNESCO, es uno de esos lugares que parecen salidos de un cuento. Con palmeras gigantes y el famoso coco de mer, esta reserva natural es ideal para recorrer en familia, escuchando aves tropicales y buscando pequeños reptiles camuflados entre hojas.
Las playas de Côte d’Or, Anse Volbert y la icónica Anse Lazio son perfectas para que los niños chapoteen, hagan snorkel y construyan castillos en la arena. Y si hay ganas de más, basta un corto ferry a La Digue, una isla sin coches donde se recorre todo en bici o a pie. Allí esperan las tortugas gigantes de Aldabra y la mítica playa Anse Source d’Argent, protegida por el arrecife y perfecta para nadar con total seguridad.
Para alojarse en familia, destacan opciones como Hotel L’Archipel, Indian Ocean Lodge, Les Lauriers o Le Duc de Praslin, todos ellos con piscinas, propuestas gastronómicas variadas y deportes acuáticos no motorizados.
Denis Island: desconexión total
A tan solo media hora de vuelo desde Mahé, Denis Island es una isla privada donde la sostenibilidad marca el ritmo. No hay coches ni cobertura, pero sí arrecifes para explorar, tortugas gigantes en libertad y una granja ecológica donde los niños pueden recolectar huevos, dar de comer a los animales o aprender sobre agricultura responsable.
Aquí todo invita a bajar el ritmo, reconectar y vivir experiencias reales, de esas que se quedan grabadas mucho más allá de la galería del móvil.
Para más información y reservas, visita la web de Seychelles Authentic Hotels Collection