Belice es sin dura todo un gran secreto centroamericano. Un país que mira al Caribe y respira selva tropical. Un lugar donde las ruinas mayas emergen entre ceibas gigantes y el mar se abre en mil tonos de azul.
Allí, la naturaleza no se observa: se vive. Desde las ruinas de Xunantunich, que guardan el eco de una civilización milenaria, hasta los arrecifes de Caye Caulker, donde el agua es tan transparente que casi parece que el tiempo se detiene.
Belice es una promesa cumplida para quien busca autenticidad, aventura y belleza. Es uno de esos destinos que se disfrutan con todos los sentidos: el canto de los tucanes, el aroma a tierra húmeda tras la lluvia, la textura del coral bajo el mar, la sonrisa de su gente.
Belice fue colonia británica durante más de 200 años, se llamaba Honduras Británica y no obtuvo la independencia hasta 1981. Por eso, el inglés quedó como lengua oficial, aunque también se habla español dependiendo de la zona y comunidad, pero no es generalizado como podríamos pensar o desear.
Lo que sí se habla de forma generalizada es el kriol – y que se trata de una lengua basada en el inglés, mezclada con influencias africanas, caribeñas e incluso lenguas mayas. Como ya podéis intuir, solo con esto, Belice es un destino muy especial en Centroamérica.
Hoy, de la mano de David Bigorra, nos adentramos en ese corazón verde y azul de Centroamérica, para descubrir por qué Belice es uno de los grandes tesoros aún por descubrir del continente americano.
