Redescubriendo el Mediterráneo en Túnez

Redescubriendo el Mediterráneo en Túnez

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Formas de viajar hay muchas, casi como países hay para descubrir. Una forma equilibrada para quien desea máximas garantías, cero preocupaciones y toda la seguridad, es viajar por primera vez a un país de la mano de un experto en el mundo de los viajes. Esta vez hemos viajado a un país tan cercano y a la vez tan desconocido para muchos como es Túnez de la mano de B the travel brand, una de las agencias más jóvenes y frescas que tenemos hoy en nuestro país.

Para nuestro viaje a Túnez hemos tenido el privilegio de volar con su compañía de bandera como es Tunisair (www.tunisair.com), que desde Barcelona ofrece vuelos diarios y desde Madrid cuenta con cuatro vuelos semanales, lo que nos permite una flexibilidad total a la hora de escoger ida o regreso de nuestro viaje.

Creo que nunca he visto tantas cosas distintas en tan poco tiempo como en este viaje. Seis días trepidantes en los que nos ha dado tiempo de descubrir un país de punta a punta, realizar compras, pasearnos por sus medinas y como no, los mejores momentos de relax y diversión en el hotel con nuestros compañeros de viaje.

Otra de las ventajas que tienen los viajes organizados es la predisposición del viajero a pasarlo bien. Quienes han sido compañeros de viaje los primeros días se convierten en verdaderos amigos al final del trayecto. La convivencia de tantas horas juntos, las anécdotas y el buen estar hacen la magia para que esto sea posible.

No nos engañemos, conocer un país en seis días es tarea imposible, pero sí sirve para tener una idea de primera mano de su esencia, darnos cuenta de la existencia de su rico patrimonio y llevarnos la experiencia de disfrutar de alguna de las actividades que se pueden realizar en su desierto, como son las excursiones en dromedario o en coche 4×4. Después de estos días, muchos se llevarán la satisfacción de haber conocido este extraordinario país y otros se habrán quedado con las ganas de planear su próximo viaje a su aire por Túnez y dedicarle más tiempo a alguna de sus pasiones, la arqueología, el turismo activo o simplemente descansar a orillas de sus playas sin hacer absolutamente nada –que ya es mucho.

LAS RUINAS DE CARTAGO

Nada más llegar, sin demora alguna, recogemos maletas y nos dirigimos hacia Cartago, el yacimiento arqueológico más importante del país que se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad de Túnez.

La fundación de Cartago se forja entre a leyenda y la historia. La reina Elisa -conocida también como Dido– huyendo de la ciudad Fenicia de Tiro llegó a las costas de Ifrika -nombre con el cual se conocía Túnez en el 812 a.C.- desembarcó en una bahía junto a la que se alzaba una colina, la cual le pareció un buen lugar para asentarse. Por ello tuvo que negociar con las tribus locales para adquirir la superficie en la que fundar una nueva ciudad y de este hecho nace la leyenda por la cual solo podía ocupar la superficie que abarcara una piel de buey, condición impuesta por el reyezuelo local. En consecuencia, la bella Dido mandó cortar la piel en finísimas tiras, obteniendo así la superficie suficiente para fundar la ciudad en la colina de Byrsa donde se encuentra la acrópolis de Cartago (declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979).

Hoy en día cuando la visitamos podemos admirar una amplia panorámica con vistas al mar, justo donde se encuentra la antigua Catedral dedicada a San Luis, Rey de Francia. En la misma área, se encuentra el Museo Nacional de Cartago, instalado en el antiguo Convento de los Padres Blancos. En lo que respecta a los restos arqueológico en la colina tan solo podremos observar parte de los edificios romanos y en algunos estratos, aún se pueden ver los que fueron los primeros edificios púnicos construidos allí. Dandonos una visión global de la importancia del lugar.

Dentro del mismo recorrido bajando hacia el Golfo de Túnez y atravesando el barrio del Magón se sitúan el Parque Arqueológico y las Termas de Antonino, consideradas una de las mayores termas construidas en suelo africano y de las más importantes de la época romana. Fueron construidas junto al mar y representaban el poder y la grandeza de la ciudad. Poco queda de estas instalaciones que, en el momento de mayor esplendor, ostentaron once bóvedas con una altura de más de 30 metros. Testigo de este gran complejo termal es la columna frigidarium de 15 metros de altura y algunas columnas caídas que se encuentran en buen estado de conservación. Con todo ello, podemos llegar a imaginar la dimensión y calidad de este impresionante recinto.

Sin mucho más tiempo para esta primera toma de contacto, nos dirigimos hacia uno de los rincones más apreciados por el turista: Sidi Bou Said.

SIDI BOU SAID

De visita obligada, Sidi Bou Said es uno de los pueblos más populares y visitados que se encuentra a tansólo 20Km de Túnez capital. Pues no es de extrañar que, dado a su ubicación -un promontorio que ofrece unas espectaculares vistas al mar- fuera el lugar escogido por el Baron D’Erlanger para fijar su residencia. Artista, pintor, musicólogo especializado en música árabe, fue el gran impulsor para que este barrio singularmente bohemio durante la Belle Epoque fuera lugar de encuentro de escritores, actores y artistas.

En su magnífico palacete adornado por unas floridas buganvillas hoy se ubica el museo y Centro de Música Árabe y Mediterránea, la mansión fue la primera casa azul y blanca que se convirtió en referencia arquitectónica a seguir posteriormente, dando lugar al barrio tal y como se conoce hoy en día.

Pasear por sus calles nos permitirá descubrir rincones especialmente singulares por su belleza, aunque también nos encontraremos un sinfín de comercios donde los souvenirs son la máxima expresión comercial, pero no nos engañemos, pues seguramente podremos encontrar alguna que otra pieza realmente interesante. Después de deambular por sus calles admirando el colorido sin igual de las magníficas puertas de las casas y mansiones de Sidi Bou Said, no se nos ocurre nada más reconfortante que degustar un té tunecino con piñones en una de sus terrazas o cafés, viendo deambular a cientos de turistas que recorren las calles de este singular barrio. Uno de los cafés más populares es el Café des Nattes, de auténtico ambiente y decoración tunecino, que dispone de dos pequeñas, pero encantadoras terracitas. Si se prefiere disfrutar de la puesta de sol nada mejor que el afamado Café des Délices, con unas privilegiadas vistas al mar, al cual el cantante Patrick Bruel dedicó una de sus conocidas canciones inspiradas en este bucólico Café, bañado en la suave fragancia del olor de Jazmín.

Ya con la puesta de sol abandonamos Sidi Bou Said para dirigirnos al hotel para pasar lo que será nuestra primera noche de toda una semana de ritmo de visitas vibrante.

EL ANFITEATRO ROMANO DE EL JEM

El anfiteatro de El Djem se perfila en el horizonte y es visible desde la lejanía, y según nos acercamos a la ciudad apreciamos que este colosal edificio sobresale a cualquier otro. Monumento de dimensiones casi ciclópeas no en vano es el tercer anfiteatro Romano más grande de los construidos, sólo le preceden el Anfiteatro Flavio en Roma y el de Capua.

Fue erigido por voluntad expresa del procónsul de África Gordiano en el año 238, el cual se convirtió en emperador en abril del mismo año, en la antigua ciudad de Thysidrus, actual Djem. Esta ciudad, viviría su mayor época de esplendor económica, gracias a la producción de aceite de oliva, pues no en vano era fuente de provisión para el Imperio Romano.

Su estructura clásica es fácilmente reconocible: planta elíptica y simétrica en relación a su eje central y fachada con superposición de arcos y pilares de piedra calcárea, en parte recuperada de un anfiteatro anterior y de una cantera próxima ubicada a unos 40 kilómetros. Pero si en algo destaca esta magnífica construcción es que, pese a sus colosales dimensiones, nos transmite una sensación de liviana considerando más aún el espesor de sus muros, que cuenta con piedras de cuatro metros de anchura.

Las cifras del anfiteatro nos hacen empequeñecer: con un perímetro de 427 metros, 148 en el eje mayor y 122 en el menor, con capacidad entre 27.000 y 30.000 espectadores.

En su construcción se aprecian características fundamentales y son notables las diferencias con el anfiteatro de Roma. El Djem es de estilo africano, la medida usada para construirlo no fue el pie romano sino el codo púnico (0,5 metros). Como curiosidad, decir que en este anfiteatro no se utilizó ladrillo sino exclusivamente sillería al igual que en el anfiteatro de Nîmes (Francia), por ello la obra de ingeniería es especialmente remarcable pues requiere de un altísimo nivel de exactitud.

A diferencia de la mayoría de los otros anfiteatros, donde se instalaron los animales bajo el podio y en el sótano de la arena después de excavado, aquí, el plan original incluía en su diseño el desarrollo del subterráneo como parte integral del edificio. Se compone de dos túneles excavados a 3,90 metros de profundidad, que se cortan en ángulo recto. También está provisto de dos aberturas que permitían izar la jaula de animales salvajes utilizando tornos a modo de ascensores.  Las apariciones de animales por sorpresa en la arena, despertaban la sorpresa y admiración de los espectadores. En este anfiteatro se representaban principalmente luchas entre gladiadores y Venationes, lucha entre animales salvajes o cazadores.

El edifico se fue deteriorando gradualmente a través de los siglos y en la época bizantina se convirtió en una fortaleza, la cual sufrió los embates de las invasiones musulmanas. Es en la era moderna cuando acontece el peor trance para el coliseo de El Djem, con la demolición de parte de su fachada en 1695. Ya en el siglo XIX sufrió un bombardeo por parte de la artillería del Bey contra los insurrectos que se fortificaron en su interior, e incluso llegó a ser un vertedero, donde llegaron a acumularse más de metro y medio de residuos. Es en 1975 cuando se inicia una campaña de restauración y en 1979 es declarado patrimonio mundial por la UNESCO. Hoy en día forma parte del circuito histórico monumental del legado romano de Túnez.

LAS CASAS TROGLODITAS DE MATMATA

Matmata ciertamente es un lugar sorprendente y de lo más curioso. Se encuentra ubicado en el suroeste de Túnez, a 600 metros de altitud en lo alto de una colina. Se dio a conocer al mundo gracias a la película La Guerra de la Galaxias, donde se filmaron algunos exteriores del planeta ficticio Tatooine y escenas memorables de la película, como la carrera de Anakin Skywalker o su casa natal, convertida en la actualidad en un hotel que puede ser visitado. Tambien existen casa de uso paricular visitables.

La orografía de la zona es semidesértica y la vegetación es más bien escasa con alguna que otra formación de palmeras un tanto dispersas. Quizá por esas duras condiciones climáticas este pueblo troglodita se encuentra escondido bajo tierra. Las viviendas están excavadas en la piedra arenisca, de característica muy maleable y fácil de trabajar, ideal para construir estos singulares y extraordinarios edificios bajo tierra.

Las viviendas, realizadas en adobe, quedan excavadas junto a cráteres de roca y arena del mismo color, dando al paisaje un aspecto bastante lunar y desértico. Esto explica la acertada elección de George Lucas para simular un planeta desértico en la película Star Wars. Algunas de las construcciones que a día de hoy se mantienen en pie (en 1969 muchas de ellas se derrumbaron a causa de las lluvias torrenciales) siguen siendo utilizadas como viviendas y pueden ser visitadas por turistas.

La mayoría de estas viviendas disponen de un túnel de acceso que se dirige hacia un patio interior abierto al aire libre y de forma circular. El patio sirve para otorgar luz a las dependencias que se abren alrededor y que pueden estar construidas en una o dos alturas. La principal ventaja de tener habitaciones alojadas en la roca es que se vuelven isotérmicas, es decir, que la temperatura es constante. Permanecen cálidas en invierno y frescas en verano, con una media de 18 grados de calor.

Los pocos habitantes que siguen viviendo en estas casas lo hacen manteniendo sus costumbres “a la antigua usanza” alejados de comodidades. Tienen algunos animales de granja (ya sean cabras o camellos) que les proporcionan leche fresca, fabrican su propio pan moliendo los cereales con dos piedras, tejen alfombras para vender y siempre, siempre, tienen una sonrisa y un té para el viajero que les visita.

LAS DUNAS DE DOUZ. LA EXCURSIÓN EN DROMEDARIO

Tras esta intensa mañana de visitas llegamos a Douz, nos instalamos en el hotel para dejar la maleta y realizar un almuerzo rápido, ya que estamos todos con ganas de nuestra primera actividad en pleno desierto que realizaremos por la tarde: la excursión en dromedario.

Douz, conocida como la puerta del desierto del Sahara y punto de partida para la mayoría de excursiones en dromedario, caballo, Quad, 4×4 y trekking o incluso para los más atrevidos, poder dormir en una jaima en el desierto.

Al ser un grupo muy heterogéneo y de distintos niveles de prácticas deportivas –desde sedentarios frente al ordenador ocho horas al día, hasta apasionados por el deporte con práctica diaria- la apuesta que garantiza que la mayoría del grupo se atreva a realizar algún tipo de actividad en el desierto es la de realizar una corta ruta en dromedario que nos permitirá disfrutar de la experiencia de pasear por las famosas dunas y poder sentir la inmensidad del desierto más extenso del mundo, el Sahara.

Tras las primeras reticencias de los no muy amantes de estos grandes animales, la realidad es que la satisfacción tras realizar la ruta fue general. Posiblemente porque además tuvimos la gran oportunidad de vivir nuestro primer atardecer en el desierto, algo que no se olvida nunca.

EL LAGO SALADO DE CHOTT EL JERID

Para llegar a Tozeur inevitablemente tenemos que cruzar uno de los parajes más singulares que hayamos pisado jamás, se trata de Chot el Jerid. Un inmenso lago salado que permanece seco casi todo el año y tan solo cuando se inunda parcialmente en época de lluvia, es cuando aparece casi de forma mágica su principal característica: el despliegue de un fascinante abanico de colores que pueden pasar de un blanco rosado, un verde esmeralda o hasta un púrpura pastel. Todo ello es causado por los cristales de sal húmedecidos por la concentración de agua de lluvia, al ser incididos por la intensa luz solar.

Un espectáculo de luz que es perceptible a primera hora de la mañana por lo que nos vemos obligados -con gusto- a madrugar considerablemente si realmente queremos disfrutar de esta maravilla de la naturaleza.

En la canícula del verano se produce otro efecto visual llamado Fatamorgana, que realmente es un espejismo, provocado por las altísimas temperaturas que se alcanzan en este Chot y por ser absolutamente llano.

Las dimensiones de este lago salado son realmente considerables, pues es la mayor superficie salina del Sáhara, 7.000 kilómetros cuadrados, y sólo se encuentra a entre 10 y 15 metros sobre el nivel del mar.

Los habitantes de la zona antiguamente llevaban grandes troncos de palmera y los depositaban en el lago, donde reposaban durante 2 años, tiempo requerido para que la madera se desecase correctamente apelmazando sus fibras y obteniendo así lo que consideraríamos la madera para construcción – casi en todas las antiguas casas los techos están hechos de madera de palmera.

Actualmente cruzarlo no es ningún riesgo pues existe una sólida y moderna carretera que lo cruza. Una parada en la parte central de la carretera que cruza el lago nos permitirá pisar y tocar de primera mano esta tierra salada y carente de vida y realizar las rigurosas fotos de recuerdo sobre algunos artilugios pesqueros a forma de decoración forzosa, que dan al paraje esta magia inerte que nos cautiva a todos por el asombro que nos produce.

MERCADO DE Tozeur

Importante cruce comercial, la ciudad de Tozeur se caracteriza principalmente por ser el centro de cultivo y expedición de los excelentes dátiles tunecinos llamados (Deglat en Nur). Durante siglos este preciado fruto de la palmera fue el principal sustento de los habitantes de Túnez y principalmente de las zonas semidesérticas en los que se encuentran los oasis, los cuales se convirtieron en un vergel lleno de vida donde se propicia el cultivo de las palmeras datileras. En el caso de Tozeur su palmeral regado por 200 manantiales cuenta con más de 200.000 palmeras repartidas en 1.000 hectáreas haciendo posible un pequeño microclima en el interior del palmeral.

Pero además en los últimos años se ha convertido en un centro turístico de primer orden, por haber sido escenario de producciones cinematográficas de gran renombre. Desde Tozeur parten excursiones hacia Onj Jemel, donde se filmaron escenas del Paciente Inglés, o hacia los decorados de Mos Espa, puerto estelar y la ciudad ficticia de la saga de la Guerra de las Galaxias donde se produce el primer encuentro entre Luke Skywalker y Han Solo, con el Ksar de Hadada de un pasado granero a la casa de Anakin Skywalker en el Episodio I o los viejos Ksur de Chenini en la Amenaza Fantasma, sin lugar a dudas el cañón de Mides es el más espectacular pues fue en este lugar donde se rodaron las escenas de la famosa carrera de vainas.

Al igual que estos lugares la propia ciudad de Tozeur nos ofrece escenas irrepetibles y cotidianas, llenas de luz, color y aromas propios de la cultura tunecina en este enclave considerado la puerta del desierto, siempre una aventura, pero lo más aconsejable para el viajero es adentrase en las callejuelas de la ciudad para descubrir sorprendentes rincones. Su arquitectura es típica de la zona – las casas no tienen más de dos pisos de altura, exceptuando algunos edificios que esconden en su interior auténticos palacetes algunos de los cuales son establecimientos turísticos, y por consiguiente, se pueden alquilar por días o semanas a precios realmente muy interesantes.

El principal punto de actividad es, como en la mayoría de poblaciones, el mercado y sus aledaños, donde se ubican un sinfín de paradas, que a primera instancia parecen dispuestas de forma caótica, pero están distribuidas con una lógica local muy acertada. Los aromas también son características señas de identidad, pues como en todos los países árabes se consumen importantes cantidades y variedades de especias. Puestos de artesanía, alfombras, cestería local tradicional de la provincia, y los incontables puestos de datiles (los mejores del país se encuentran aquí) son de visita obligada para los turistas que deambulan por el mercado de Tozeur.

Oasis de Montaña Chebika

Tras el almuerzo iniciamos nuestra segunda gran tarde trepidante. Esta vez todo el camino se hará en vehículos 4×4 para realizar las visitas del Oasis de Chebika, la Gran Cascada de Tamerza y su pueblo abandonado, y terminar recorriendo la inmensidad del desierto de Ong Jemel hasta llegar a los decorados de Star Wars donde cenaremos en una jaima.

Cuando nos mencionan que vamos a descubrir un oasis de montaña, de entrada, nos quedamos un tanto perplejos, pues de facto asociamos la palabra “oasis” a una imagen un tanto Hollywoodiense de un paraje idílico, extraído de las páginas de los relatos de “Mil y una Noches”, en el que detrás de unas doradas dunas en mitad del desierto aparece un palmeral en que se encuentra un fresco manantial de agua cristalina. Pues Chebika sí tiene palmeras y agua en abundancia, pero dista mucho de esa imagen cinematográfica de un supuesto “Oasis”. Ubicado a unos 60 kilómetros al sur de la cadena montañosa de Jebel en-Nebeg y partiendo de Tozeur ascenderemos por una empinada carretera que nos llevará hasta el acceso del palmeral, donde se encuentra la escarpada garganta en la cual brota el manantial que le da vida. Es un curioso paisaje, abrupto donde los haya.

Si deseamos ver el antiguo pueblo de Tamerza deberemos ascender un poquito más por carretera, para poder contemplar lo que queda de sus ruinas, pues en 1969 fue asolado por unas lluvias torrenciales que duraron 22 días, provocando su total destrucción y siendo abandonado a posteriori.

A poca dstancia, nos encontramos con la Cascada de la Palmera o tambien conocida por la Cascada de Tamerza. Un espacio natural, parecdo a un oasis, donde, en función de la época del año, fluye con fuerza un gran salto de agua de cuatro metros de alturaque hace las delicias de los acalorados visitantes que aquí se hacercan despues de visitar la zona.

Tecnicamente no es un oasis, aúnque muchos lo confunden por la cercania del de Chebika y es por eso no es comparable ya que los dos por separado tienen su propia belleza y caracter.

Como era de esperar, aquí tambien encontraremos pequeños puestos de venta de recuerdos, en especial la caracteristica Rosa del Desierto o escorpiones disecados.

 

Desierto- Onj Jemel: Star Wars

Uno de los lugares de vista obligada son los decorados de la película Star Wars que se conservan en mitad del desierto en Onj Jemel. Poderlos visitar ya de por sí es un regalo, pues quien no ha visto más de una vez las escenas que aquí se filmaron – ciertamente es un recuerdo evocador.

Llegar hasta estos decorados es propiamente una aventura, pues lo recomendable es hacerlo mediante vehículos 4×4, y atravesando un importante tramo de desierto con algunas dunas de tamaño considerable. La llegada al atardecer, casi a la puesta de sol, nos permite disfrutar de un momento fascinante, que casi nos sumerge de lleno en la película: el sol en la línea del horizonte, la luz de una tonalidad anaranjada que baña la arena del desierto provocando una amalgama de contrastes junto con el azul del cielo que permite unas aureolas anaranjadas justo por encima de los decorados, todo ello hace que acontezcan unos instantes mágicos y fascinantes.

En cuanto lleguemos a los decorados nos encontraremos con los típicos vendedores de souvernirs, e incluso nos los ofrecerán disfrazados de Jedi o de Darth Vader para hacernos la típica foto sable de luz en ristre, mientras que otros nos ofrecerán hacernos fotos con halcones o zorros del desierto, a cambio de una pequeña propina.

En poco tiempo cae rápidamente la noche y a pocos metros del decorado están preparadas las jaimas que nos esperan para asistir a una cena con espectáculo de música tradicional.

Ya de madrugada, subimos otra vez en los 4×4 y regresamos al hotel, donde nos espera nuestra merecida cama para descansar de este intenso día.

LA GRAN MEZQUITA DE KAIRUÁN Y EL MAUSOLEO DEL BARBERO

Empezamos nuestro cuarto día, ahora ya más relajados y descansados de intensas actividades, para dirigirnos a Kairuán, al norte del país, donde el paisaje monocromático nos acompañará a lo largo de todo nuestro recorrido. Los tonos ocres no sólo se encuentran presentes en el desierto, las fachadas y las calles sino que también se impregnan de este cálido color que nos deslumbrará en todo momento y que junto a las interminables carreteras lo transforman en un trayecto especialmente duro. Kairuán es la cuarta ciudad más importante del Islam, tras La Meca, Medina y Jerusalén.

Aunque aparentemente se asemeja a cualquier ciudad tunecina, no es difícil percatarse de que Kairuán se encuentra envuelta por un halo de misticismo. Su medina es una de las zonas más pintorescas de la ciudad, donde se pueden visitar más de 100 monumentos históricos. Su entramado de edificios con cúpulas blancas, callejuelas y pasajes le confieren una belleza particular y misteriosa, que sirvió de inspiración a muchos artistas y que hoy en día siguen cautivando a sus visitantes.

Kairuán llevar una vida sosegada, especialmente anclada al tradicionalismo y la religiosidad, debido en parte a su Gran Mezquita, la primera construida en África (Siglo VII). De estructura cuadrangular en torno a un patio de pórticos dobles con un minarete terminado en cúpula de media naranja, este complejo fue construido en tres etapas con unas dimensiones gigantescas cercanas a una hectárea cuadrada. Con una arquitectura sobria y ausencia de ornamentos exteriores contrasta de nuevo con la riqueza interior. La opulencia se deja ver en la sala de oraciones, presidida por dos enormes columnas de mármol y una gran puerta de madera labrada.

Otro de los tesoros del legado histórico y religioso de la ciudad sagrada de Kairuán lo encontramos en el Mausoleo del Barbero, otro lugar sagrado del Islam y que se cita numerosas veces en el Corán. Aquí se encuentran la tumba de Abu Dhama, compañero y amigo de Mahoma que según los textos llevó durante toda su vida tres pelos de la barba del profeta, por lo que recibió el apodo de Sidi Sahab. Este complejo alberga unas magníficas cerámicas de Nabeul y paneles de estuco morisco-español, similares a los que encontramos en la Alhambra de Granada.

Antes de partir de Kairuán y dirigirnos hacia Sousse visitamos una cooperativa de Alfombras, donde admiramos el trabajo minucioso realizado a mano de los artesanos del lugar y como trabajan con los tintes naturales que dan vida a estas increíbles alfombras.

LA MEDINA DE SUSA

Tras el almuerzo, nos dirigimos hacia el sur desde el golfo de Hammamet. La primera ciudad en encontrarnos es Susa, sorprendentemente bulliciosa. Esta ciudad no es muy grande en comparación a otras en Túnez, pero lo que la hace grande es lo que atesora en su interior y que podemos visitar. El primer lugar que recorreremos es su medina. Como todas las medinas en el mundo árabe se caracteriza por sus estrechas y angostas calles, multitud de tiendas de todo tipo, con sus olores y fragancias. En ella encontramos productos típicos que nos ofrecerán por doquier, rosa de los vientos, inmensos bloques de dulce turrón, alfarería típica etc.

De visita obligada es el Ribat, una construcción que fue un refugio para los monjes parecido a un monasterio durante la Guerra Santa, pero que exteriormente parece una fortaleza militar. Esto es debido a que ésta fue su misión desde su construcción en el siglo VIII por monjes guerreros islámicos. Para acceder a su interior hay que cruzar un arco corintio que conduce a una especie de puesto de guardia, tras el cual aparece un patio porticado de forma cuadrangular, en el cual se erigen tres torres redondas; la del sureste estaba destinada a ser de vigía. Este lugar estaba dedicado al estudio del Corán y los propios monjes impartían su enseñanza – en el primer piso se ubica una sala de oración y en los inferiores se encontraban las celdas o dormitorios de los monjes. Delante mismo se encuentra la Gran Mezquita, que curiosamente no tiene minarete pues se consideraba que se usaban las torres del Ribat para efectuar la llamada de la oración.

Desde lo alto de las torres podremos obtener las mejores panorámicas de la medina.

PORT EL-KANTAOUI Y MEDINA DE HAMMAMET

Ya abandonando las visitas más culturales, muy cerca de Susa encontraremos Port El-Kantaoui, un lugar perfecto para descansar en sus numerosos hoteles y resorts, mientras disfrutamos de las aguas turquesas de la costa tunecina. Su puerto deportivo tiene capacidad para más de 350 barcos de todas las categorías. A su alrededor se ubican las llamadas casa del mar y de jardín, de estilo morisco, que nos recuerda a Sidi Bou Said (salvando las distancias, ya que esta zona es principalmente una urbanización y zona hotelera y de apartamentos). Aquí también encontraremos la mejor gastronomía, restaurantes y terrazas frente al mar en una de las mejores atmósferas.

El mar y la costa también forman parte de los atractivos turísticos del país. Hammamet es posiblemente el enclave turístico más conocido de todo Túnez. Un oasis costero repleto de hoteles de lujo, discotecas y restaurantes rodeados de playas cristalinas de arena blanca que lo convierten en meta perfecta para unas vacaciones de relax. La infraestructura hotelera es envidiable, las mejores cadenas hoteleras poseen aquí establecimientos, todos ellos de categoria superior. Los que cuentan con acceso  directo a la playa son los más buscados ya que el servicio ofrecido es impecable.

A pesar de que Hammamet no alberga monumentos significativos, su antigua medina es la joya de la ciudad, ofreciendo al turista un ambiente íntimo y tranquilo ideal para pasear por sus callejuelas y pequeños bazares. Asombra el contraste del bullicio fuera de la medida con la tranquilidad que se respira en sus pequeñas calles del interior. Está eminentemente habitada y muy poco explotada turísticamente, por lo que aún conserva rincones dignos de visitar.

YASMINE HAMMAMET.  MEDINA MEDITERRÁNEA

Por ser nuestro penúltimo día en Túnez, la tarde la dedicamos al inevitable shopping, por eso no podríamos escoger mejor lugar que visitar la llamada Medina Mediterránea, una mezcla entre centro comercial y reproducción de una clásica Medina tunecina. Tiene la gran ventaja de que, posiblemente, es uno de los pocos lugares en Túnez en que no es necesario utiliza el regateo en las compras, ya que los precios están ya ajustados -y en ocasiones incluso macados- para que no sea necesario iniciarse en este arte de la compra.

Si decides comprar varios objetos no está de más intentar conseguir un pequeño descuento ya que tampoco ofenderás al vendedor por ello. Además, aquí encontrarás pequeños restaurantes para comer o tomar algo al aire libre.

DE REGRESO A CASA

Nuestro sexto día, está dedicado al regreso, así que poco más podremos hacer que apurar nuestras últimas horas en disfrutar de nuestro hotel en una de las mejores zonas de Hammamet y esperar la hora del traslado al aeropuerto indicada por B the travel brand, que en todo momento ha estado atento a las necesidades de todo el grupo. Tras la llegada y recogida de maletas llega el momento de despedir a todos los nuevos amigos realizados en este intenso viaje. Un excelente forma de viaje sin preocupaciones.

Para más información sobre los paquetes a Túnez de B the travel brand: www.bthetravelbrand.com 

Más información sobre Túnez: www.turismodetunez.com

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