Descubrir Panamá

Descubrir Panamá

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Es indudable que se relacione el nombre Panamá al canal de su mismo nombre que permite el paso entre dos océanos. Pero Panamá es mucho más, un país que ha vivido periodos convulsos y que desde su descubrimiento y colonización ya fue un importante lugar de tránsito para el oro procedente del Perú hacia España con una apasionante historia, Por ello vamos a descubrir Panamá.

PIRATAS Y BUCANEROS

No cabe duda que al igual que la mayoría de países que conforman el Caribe, la historia reciente, por lo menos para la parte que se inicia después de la llegada de los conquistadores, tiene un gran contenido de historias épicas y leyendas. Panamá no está exenta de ellas y gracias a uno de los episodios más crueles y sangrientos de la piratería que asoló el mar Caribe. Ésta inició el actual asentamiento de la ciudad, que con el transcurso de los años se configura como una de las ciudades más modernas del área centroamericana.

Después de ser expoliada y arrasada por Henry John Morgan, el más temible pirata que navegó por este mar, y que paradójicamente llegó a convertirse en Gobernador de Jamaica sometido a la corona británica, Panamá se reubica en 1673 en lo que hoy se conoce como el Casco Antiguo y San Felipe o simplemente como Casco Viejo. Esta área de la ciudad ha estado en un proceso de constante restauración e igual que Panamá la Vieja fue declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

ARQUITECTURA COLONIAL PANAMEÑA

En esta área se entremezclan diferentes estilos arquitectónicos: colonial español, francés y neoclásico, también encontramos edificios con un evidente estilo Art Decó y Art Nouveau. Destacan edificios como el de la Presidencia, también llamado el Palacio de las Garzas, el teatro Nacional, el teatro Anita Villalaz, el Museo del Canal Interoceánico y la Casa Góngora, única que conserva su estilo colonial original, todos ellos reflejo de los diferentes periodos históricos que dejaron su indeleble huella pese al paso del tiempo.

En sus enladrilladas y angostas calles se suceden a nuestro paso ruinas coloniales que se entremezclan según orientación con la panorámica de la moderna City y sus espectaculares rascacielos y como contrapunto como sucede en la Avenida A, encontramos las ruinas del convento de Santo Domingo, en el que podemos observar la singularidad arquitectónica de un arco chato de ladrillo rojo y mampostería que se mantiene en pie desde su construcción en 1678 pese a los incendios acontecidos en el convento. Siguiendo por esta misma avenida llegamos al paseo de Esteban Huerta, que se prolonga hasta la Plaza de Francia.

SOUVENIRS

En él se ubican tenderetes de venta de productos de artesanía, muchos de ellos regentados por indígenas de la etnia Kuna, así como otros vendedores locales que nos ofrecen desde una pulsera o las clásicas y originales matrículas de coche tan apreciadas por coleccionistas, hasta un “original” sombrero panameño.

Es una delicia deambular por este paseo de arcos cubiertos por entero de floridas buganvilias. Desde aquí, relajadamente y sentados en uno de sus bancos tomando un típico “raspado de hielo picado” con sabor a maracuyá, contemplaremos la inmensa panorámica que nos ofrece este lugar, el frente marítimo de la imponente ciudad de Panamá.

FOLCLORE

Es un verdadero placer pasear tranquilamente por sus calles y plazas, como la primera que se construyó en el Casco Antiguo que fue la de la Independencia, frente a la Catedral, punto obligado de jóvenes panameñas que en ocasiones ataviadas de las típicas polleras, posan ante la fachada de la Catedral.

MONUMENTO A LA INDEPENDENCIA

Fue en esta plaza donde se firmó el acta de separación de Panamá de Colombia obteniendo así su independencia en 1903. Deambular por las calles cargadas de historia nos permitirá disfrutar de los monumentos y museos de Panamá que se hallan en la zona, al igual que pequeñas boutiques, restaurantes con múltiples ofertas gastronómicas y cafés amenizados con actuaciones de Jazz y que confieren a esta zona de la ciudad un singular encanto.

MIRAFLORES Y EL CANAL DE PANAMÁ

Vasco Núñez de Balboa, año 1502, después de cruzar la espesura selva. Ante su mirada se extendía una ingente masa de agua salada a poniente; acababa de descubrir el Océano Pacífico. Seguramente ya se le pasaría por la cabeza poder cruzar desde el mar Caribe hasta el Pacífico a través del Istmo de Panamá, por aquel entonces bautizado como Castilla de Oro, y que actualmente podría tener perfectamente el sobrenombre de Canal del Oro. Mucho se ha escrito ya sobre el Canal de Panamá, no cabe duda de ello, es incuestionable que es una de las maravillas de la ingeniería mundial.

LA INGENIERÍA DEL CANAL DE PANAMÁ

Hoy en día aún nos asombra cómo barcos de enormes proporciones se deslizan a través de las esclusas con una precisión de relojería suiza para poder cruzar de un océano a otro. Una de las curiosidades que es inevitable observar es cómo encajan los barcos casi a unos escasos centímetros de las paredes de las esclusas, así como el coste ingente en millones de litros de agua que se utilizan diariamente para que crucen los barcos de un lado a otro. Todo ello se nos aclara desde el Centro de Visitantes de Miraflores.

En este centro especialmente adaptado para los visitantes y turistas encontraremos un modelo topográfico del Canal de Panamá para poder entenderlo mejor. En el complejo además se puede comer en un excelente restaurante con terraza que por la noche ofrece cenas en el interior o en terraza para poder ver el espectáculo nocturno del cruce por las esclusas de estos titanes del mar.

CERRO ANCÓN

Curiosamente uno de los puntos más interesantes y que merece ser visitado es el Cerro Ancón. Esta montaña se encuentra justo detrás de Ciudad de Panamá. Debe su nombre al primer barco que cruzó el canal el 15 de Agosto de 1914 y estuvo bajo jurisdicción norteamericana hasta la devolución de la soberanía del canal por parte de los Estado Unidos. Allí se ubicaba  una base del ejército norteamericano así como diversas instalaciones de control y seguimiento.

Desde su cima donde se emplaza el mirador en la vertiente pacífica, podemos observar unas magníficas vistas del skyline de la ciudad y en la vertiente interior una estupenda panorámica que abarca desde el Puente de las Américas hasta más allá de las esclusas de Miraflores.

EL PUENTE DE LAS AMÉRICAS

En cuanto salimos de la ciudad el país nos muestra una de sus facetas más auténticas, el ingente manto verde que cubre por casi su totalidad el país nos indica claramente su identidad tropical. Nada más cruzar el Puente de las Américas nos desplazamos por la carretera Panamericana en dirección al Valle de Antón, que es realmente el cráter de un inmenso volcán extinto, prueba de ello son la gran cantidad colinas que lo circundan compuestas de rocas volcánicas. De un clima muy agradable a una altitud de 600 metros sobre el nivel del mar, esta zona se ha convertido en los últimos años en el lugar preferido por los habitantes de la City para tener su segunda residencia o pasar el fin de semana.

EL VALLE DE ANTÓN

La amplia variedad de ofertas turísticas se basa en los vestigios precolombinos, su flora y su fauna, como por ejemplo la rana dorada, espécimen que sólo se encuentra en esta zona y que además se halla en peligro de extinción y que podremos observar en el Níspero, un zoológico y también vivero de plantas en el que además veremos diversos ejemplares de fauna autóctona, desde un papagayo hasta un tapir.

Hamacas de vivos colores, yuca y otros tubérculos y verduras, y cómo no, el omnipresente coco o “pipa” que con su agua apaga nuestra sed, son algunos de los productos que se encuentran en el mercado artesanal y de frutas ubicado a pie de carretera.

EL CERRO DE LA INDIA DORMIDA

Aquí es donde prácticamente se desarrolla la vida social de la población. Desde este lugar obtendremos una de las mejores panorámicas del perfil de la “India dormida”, unas colinas que se sitúan justo al frente y que albergan la leyenda de una princesa india llamada Flor del Aire, que según cuentan, murió mirando al cielo transformándose en la montaña que forma su silueta.

Juntamente con las leyendas locales auténticos enigmas también se dan cita en este lugar, es el caso de los petroglifos de las “Piedra Pintadas”, ciclópea mole pétrea en la cual reposan estos petroglifos grabados por los antiguos pobladores del lugar y que encierran todo un misterio, pues a día de hoy nadie ha sabido descifrar su significado.

LA COMUNIDAD EMBERÁ

No deja de asombrarnos la diversidad del entorno, el paisaje y las culturas que nos encontramos al visitar Panamá. Es habitual encontrados en sus calles o lugares tal vez más turísticos a indígenas de las diferentes etnias que habitan este país como son la comunidad indígena Emberá.

Saliendo de la ciudad de Panamá en dirección a Colón, nos encontramos después de aproximadamente una hora de recorrido por la Calzada Larga, el Parque Nacional de Chagres. Esta inmensa superficie alberga un bosque húmedo tropical y un conjunto de ríos que con su caudal alimentan de agua potable las ciudades de Panamá, Colón, y la Chorrera.

Además de permitir generar energía eléctrica y suministrar agua potable a estas poblaciones, es muy significativo el dato de que toda el agua que se recoge en esta zona permite aportar el suficiente volumen para mantener el canal operativo.

Ya llegados a la Sede administrativa de la Alhajuela, en la entrada del parque, y tras registrarnos como visitantes, unas canoas de unos ocho metros de largo, labradas en una sola pieza del tronco de un árbol, nos llevan por el lago Alhajuela y remontando el río Chagres hasta el poblado Emberá.

COMUNIDAD INDÍGENA PROTEGIDA

La sensación es abrumadora. A bordo de estas canoas, casi a nivel de agua, esquivamos troncos y ramas que han sido arrastrados por la abundante aunque intermitente lluvia. Es una tentación acariciar el agua mientra navegas, pero nos lo desaconsejan puesto que este lugar está plagado de “lagartos”, cocodrilos y culebras, alguna de longitudes considerables.

Las garzas revolotean los márgenes del río; de repente, una explosión de aleteos que se suceden al sobrevolar nos una bandada de cotorras; en la lejanía se percibe el retumbar de un pequeño tambor y el silbido de una flauta que poco a poco se hacen más nítidos; acabamos de llegar a la aldea de los indígenas de la comunidad Emberá.

CÁLIDA BIENVENIDA

Nos recibe un grupo de músicos, la bienvenida es acompañada con una melodía tradicional y el Representante de la Comunidad para la promoción turística, Antonino Sarco, nos da la bienvenida. Todos los habitantes de la comunidad lucen sus típicos atuendos, un sencillo aunque colorido taparrabos llamado “paruma”.

Nos llama la atención lo que parecen grandes tatuajes en su piel, pero no lo son; realmente se pintan el cuerpo con los colores que obtienen de plantas como el achiote y otras. Las mujeres jóvenes de la comunidad lucen hermosos y coloridos collares a modo de peto hechos con monedas de “Balboas” de plata que, según nos cuentan, actualmente son heredados de madres a hijas, ya que antiguamente no se transmitían. Nos reunimos todos en una gran cabaña en la que están dispuestas a su alrededor unas mesas en las que cada familia expone la artesanía que fabrica.

ARTESANÍA FUENTE DE INGRESOS

Excelentes orfebres y talladores nos ofrecen desde tallas en madera de animales que habitan en la zona, como loros, serpientes, ranas y jaguares, tallados con una exquisitez asombrosa. Su forma de vida es auténtica pese a la injerencia constante de turistas, que a su vez son una pequeña fuente de ingresos. Su método de subsistencia no difiere en absoluto del de sus ancestros. Viven de la caza y de la pesca, recolectando algunas verduras y maíz. El resto se lo proporciona directamente la selva.

Nos invitan a comer – hacía rato ya percibía los aromas dulzones provenientes de una cabaña contigua construida sobre pilares a modo de palafito para protegerla de las inundaciones. En ella, un grupo de mujeres y niñas cocinan el almuerzo típico que nos servirían unos instantes después envuelto en hoja de plátano a modo de plato.

Se trata de unos grandes trozos de pescado, una especie de carpa de gran tamaño muy sabrosa, frita en aceite de coco y acompañada de tiras de plátano frito a modo de “chips”, sencillo pero delicioso. Es un encuentro que, a pesar de formar parte de un recorrido turístico, se hace desde el más profundo de los respetos hacia su forma de vida.

BOCAS DEL TORO

Nos encontramos en el auténtico Caribe panameño, mestizo y criollo. Un paraíso formado por un pequeño archipiélago de aguas cristalinas y arenas blancas en las que los manglares y cocoteros adornan este jardín paradisíaco, y ponen la nota verde en un cielo a modo de lienzo teñido de un intenso azul y radiante sol.

Tan sólo una hora de avión separa el aeropuerto de Albrook en la capital de Panamá de este lugar paradisiaco. Aquí el tiempo discurre al ritmo criollo caribeño, es decir, relajadamente; tan sólo el oleaje acelera o desacelera la vida en este lugar.

NATURALEZA PROTEGIDA

Por fortuna, la inmensidad del entorno natural del Parque Marino de Bastimentos, donde está ubicada la Isla Colón, es el epicentro de la diversión y vida social de Bocas Town, que mimetiza y casi engulle los pequeños atisbos de bullicio que puedan surgir.

Pese a ser un archipiélago, moverse es relativamente fácil. A modo de una inmensa autopista, es el mar por donde discurren pequeñas embarcaciones que actúan como taxis y pueden alquilarse para recorrer todo el archipiélago. Además de disfrutar del sol y las blancas arenas, hay un sin fin de actividades que se pueden realizar, como por ejemplo, submarinismo en Cayos Zapatilla, en Isla Solarte o Punta Coco, surf para los más atrevidos en Playa Buff, Flat Rock Beach y en Playa larga en la Isla de Bastimentos.

TERRITORIO BLUE JEANS

En esta misma isla se encuentra una rara variedad de rana con el cuerpo rojo y las patas azules. Para quien prefiera más naturaleza sea marina o terrestre, avistar delfines es una de las opciones turísticas más solicitadas así como la observación de las miles de aves que viven el santuario de Swan’s key.

El ocio nocturno está garantizado. Es muy recomendable pasear por Bocas Town por la tarde y sentarte en una de sus muchas terrazas a tomar algo o simplemente practicar el shopping en las pequeñas tiendas y tenderetes que se sitúan en Main Street.

POBLACIÓN CRIOLLA

Aquí tenemos una excelente oportunidad de practicar el “wari wari”, extraña verborrea que emplea la mayoría de población criolla, mezcla de inglés, español y criollo. O probar la peculiar gastronomía que nos ofrece el lugar, como la “langosta a la caribeña” o “raisan pin”, deliciosa y espectacular langosta a la parrilla que se acompaña con arroz y coco, eso sí con mucho picante. También existe la versión light para los turistas.

PLAYA DE LAS ESTRELLAS

Pero lo mejor está por venir. Es inexcusable el visitar Punta Caracol y Boca del Drago. Se dice que por este canal entró Cristóbal Colón en su último y cuarto viaje a las Indias. Aquí se encuentra la Playa de las Estrellas resguardada del oleaje.

Es casi un punto de peregrinación, visita obligada para quien se disponga a venir a conocer el Caribe panameño. Aguas cristalinas, cocoteros, y silencio. Aquí podemos observar cientos de estrellas de mar sumergidas bajo el agua. Una emotiva despedida de este lugar de ensueño es sentarse en la arena disfrutando de una “pipa”, un coco natural y ver la increíble transformación cromática del cielo a la puesta de sol.

LAS TIERRAS ALTA DE CHIRIQUÍ

La provincia de Chiriquí está ubicada sobre la ribera panameña del Pacífico Occidental y es fronteriza con Costa Rica. Es todo un mundo por descubrir. El volcán Barú domina esta área con sus 3.475 metros de altitud. Esta altura lo avala y lo hace visible en la lejanía.

Boquete permanece prácticamente intacto, en las laderas del valle cual mosaico de color verde intenso, se suceden las plantaciones del excelente café que se produce en la zona. Aquí se encuentra una reserva natural con una extensa variedad de flora y fauna, una plantación de café de primera clase considerada entre las mejores de la zona.

Pasear por los senderos de la finca Lérida nos permitirá observar el derroche de color de la gran variedad de plantas tropicales y, con un poco de suerte, un resplandeciente quetzal posará para nosotros augurando un buen día.

INFORMACIÓN TURÍSTICA
Autoridad de Turismo de Panamá: www.atp.gob.pa

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