Hay viajes que cruzan países, y otros que atraviesan el alma. El recorrido por las siete iglesias del Apocalipsis —Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea— pertenece a ambos mundos. Estos enclaves no son solo ruinas antiguas esparcidas por el occidente de Turquía: son escenarios donde la historia bíblica se hace tangible, donde la piedra y la fe dialogan sin artificios.
Cada ciudad ofrece una lección, no solo arqueológica sino espiritual: la fidelidad frente a la persecución, el riesgo de la tibieza, la corrupción disfrazada de espiritualidad o la perseverancia silenciosa. Y al mismo tiempo, nos regalan espacios majestuosos: bibliotecas romanas, sinagogas inesperadas, teatros esculpidos en colinas, baños públicos, iglesias bizantinas en restauración o mosaicos que aún relucen bajo el sol egeo.
Viajar a estos lugares es caminar por textos que muchos creían simbólicos y descubrir que también son geografía. Es experimentar cómo lo sagrado no es solo una idea, sino algo que se puede pisar, mirar y respirar.
En estas páginas celebramos esa conjunción única entre religión y patrimonio, entre turismo y revelación. Porque cuando se pone el pie en Éfeso o se contempla la iglesia de Laodicea, entendemos que el Apocalipsis no solo se lee: también se visita.