Visitamos el Queen Mary 2, la joya de Cunard

Visitamos el Queen Mary 2, la joya de Cunard

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El pasado 5 de mayo el Queen Mary II atracó en Barcelona por primera vez en más de tres años coincidiendo con la inauguración oficial del Helix Cruise Center y tuvimos ocasión de visitar a la reina entre las reinas de Cunard.

Lo primero que llama la atención del Queen Mary II es su silueta, algo distinta de la de un barco de cruceros corriente. La razón es que no es un barco corriente; en realidad, el QM II es un Transatlántico, el barco de pasajeros más caro jamás construido, diseñado para realizar la travesía Southampton-Nueva York en cualquier condición climática y de oleaje.

Para ello esta maravilla de la ingeniería requiere más potencia, más seguridad, más estabilidad – es el primer barco de pasajeros con 4 estabilizadores-, más rigidez y más solidez que un barco de crucero – cosa que incrementó en un 40% el coste de su construcción, en un astillero francés. Su casco afilado y no redondeado corta el mar, cosa que junto al bulbo de proa le aporta velocidad y mejora su eficiencia energética (le permite ahorrar hasta un 6% de combustible). El casco de proa, además, está reforzado con la llamada “muralla atlántica” para resistir el embate de las peores olas. Las dimensiones de la nave responden a un motivo práctico: los 62 metros de altura le permiten pasar a 3 escasos metros del puente Verrazano de Nueva York (la chimenea original era demasiado alta y hubo que recortarla) y sus 345 m de eslora le permiten girar justo en el puerto de Southampton y atracar en el río Hudson, en NY.

La naviera Cunard, creada en 1840 por Samuel Cunard, fue la primera en ofrecer un servicio regular de transporte de pasajeros, mercancías y correo entre Europa y América con el vapor Britannia (que hoy cabría entero dentro del restaurante principal del Queen Mary 2, velas incluidas – restaurante, por cierto, bautizado en su honor) que operaba la ruta desde Boston y que tuvo pasajeros tan ilustres como Charles Dickens. De hecho, la contribución de la naviera al crecimiento y desarrollo de esta ciudad norteamericana es innegable – hasta tal punto que en cierta ocasión, en febrero de 1844, en la que el Britannia quedó atrapado por el hielo de la bahía, un grupo de comerciantes bostonianos financiaron la operación que implicaría a 1500 ciudadanos armados con picos y palas trabajando durante tres días para abrirle un canal de paso al transatlántico, permitiendo así que pudiera partir hacia Inglaterra. La copa original de plata que la ciudad entregó a Samuel Cunard en homenaje preside ahora la entrada principal del Queen Mary 2.

Han pasado 178 años desde aquel primer barco de vapor pero el espíritu de servicio transatlántico de la naviera sigue vivo en el Queen Mary II, cuya atmósfera nos evoca aquella época dorada de la navegación.

Construido en 2004 en los astilleros Chantiers de l’Atlantique (y renovado en 2016) ha recorrido más de 2M de millas náuticas, cruzando el Atlántico 300 veces y haciendo escala en 80 países en sus más de 500 viajes.

Además de la elegante decoración de estilo británico y clásico, el buque insignia de Cunard se distingue de otros barcos de crucero por algunos detalles, como por ejemplo, el planetario, el único en alta mar, en el que además se organizan conferencias divulgativas de todo tipo operadas por la Universidad de Oxford – ciencia, arte, historia… O la biblioteca, un remanso de paz en el que uno puede sentarse a rellenar el crucigrama del día mientras contempla el mar (o llevarse uno de los 9000 libros en préstamo para leer en cubierta). Y el salón de baile más grande del mar, el Queens Room, con música en vivo cada noche y bailarines profesionales que sacan a bailar a las pasajeras, dobla como salón de té cada tarde. Para quien lo prefiera, el champagne bar substituye el té por esta bebida espumosa. También cuenta con la zona canina más grande en alta mar, para aquellos pasajeros que quieran llevar a su perro a hacer la travesía del Atlántico.

Estas son algunas de las numerosas amenidades a bordo, además del Spa, el casino, la discoteca, el teatro, las galerías de arte y actividades como las clases de esgrima o de baile para entretener a los pasajeros durante la travesía y durante la vuelta al mundo, uno de sus viajes estrella – 120 días durante los cuales los pasajeros pueden experimentar la sensación de ganar una hora de tiempo cada día mientras recorren el planeta.

En definitiva, el Queen Mary II es sinónimo de elegancia – estricta etiqueta es necesaria para cenar en sus restaurantes – y clase, pero sin dejar de lado la modernidad y adaptándose a los tiempos – como por ejemplo con la incorporación de camarotes individuales. Quizás pronto veremos también una capitana como en el Queen Victoria.

Más información sobre Cunard Lines, sus barcos y sus cruceros: http://www.cunardcruceros.com/

 

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